sábado, 29 de abril de 2017

Leyenda del chogui


Chouí era un indiecito que viva e una tribu, con sus padres, en la selva misionera. Su cuerpo estaba tostado por el sol ardiente de es zona y sus ojos inteligentes, eran negro y rasgados, como los indios de su raza.Pero Chouí no era un indio como todos. En lugar de jugar con otros niño se internaban en  la selva para hablar con los pájaros los cuales el consideraba sus mejores amigos. Muchas veces, sentado sobre el tronco de un viejo timbó, tomaba su flauta y tocaba dulces melodías que las aves respondían con armoniosos trinos. Casi siempre, al atardecer se veía en un claro del bosque, al niño con su flauta, rodeado de pájaros que revoloteaban alrededor de el. El sonido de la flauta de Chouí, mezclado al murmullo misterioso de la selva, era respondido por el trino de las aves. En los días calurosos, Chouí, se bañaba en las aguas de algún manantial, junto a el chapoteaban los pájaros que alegremente hundían sus picos y patitas en el agua fresca. Otras veces, Chouí, seguía sigilosamente a los cazadores de pájaros y desarmaban sus Ñuhas, para que no pudieran atraparlos.El cacique, enojado por esto, lo reprendía y no lo dejaba salir por algunos días de la tribu. Entonces, Chouí, era visitado por los pájaros con los que compartía los granos de Abata-í. Estos le devolvían su generosidad, trayéndole en sus picos jugos de naranja y miel de Yete-í, que al goloso niño le gustaban mucho. Un día que Chouí estaba en un claro del bosque tocando su flauta, un picaflor se acerco desesperado. 

Sus pichones estaban en un árbol que había sido invadido por las hormigas. Las hormigas "asesinas de la selva", pueden atacar a una planta y dejarla en pocos minutos simplemente desnuda. La madre picaflor que sabia esto lloraba por la suerte que correrían sus hijitos. Chouí no lo pensó dos veces. Subió al árbol inmediatamente. Pero al trepar fue atado por las hormigas que aguijonearon su cuerpo. A pesar de los dolores que las picaduras le producían Chouí llego hasta la rama donde estaba el nido. Rápidamente lo tiro sobre la hierba, salvando así a los pichones. Atontado y dolorido por las picaduras, perdió pie, cayendo al vació. El golpe fue tan grande que Chouí quedo en el suelo, con los ojos cerrados y sin moverse. Los pájaros sorprendidos primero y desesperados después, lo rodearon. Con sus picos le echaron agua para reanimarlo. Poco a poco comprendieron que Chouí había muerto, Entonces un inmenso gemido de dolor recorrió la selva ¡ Chouí ah muerto! Las ardillas, los sapos y los venados también se conmovieron. Ellos habían conocido a Chouí y lo querían. 
Al intenso dolor siguio una gran quietud, la selva tan poblada de animales y plantas callo. El sol se oculto en el horizonte dorando suavemente las hojas de los árboles en un atardecer tristísimo. 
Una a una, las aves levantaron vuelo y al cabo de un largo rato volvieron trayendo en sus picos una flor color azul. Las había de todas formas y tamaños y de extraños aromas. Pero todas eran azules. Las flores azules eran las preferidas de Chouí. Los pájaros lo recordaban bien. Y ese seria el homenaje a su mejor amigo. Lentamente, en la roja tierra misionera apareció, una gran mancha azul. Sobre ella revoloteaban cientos de pájaros, que con sus alas multicolores formaban un arco iris de plumas. 
Las aves con encantadores trinos le pidieron a Tupa que hiciera un milagro. Que convirtiera al indiecito en pájaro, como el lo había soñado. Cuenta la leyenda que desde ese momento la montaña de flores salió un pájaro azul cantando ¡ Chouí, Chouí! , se perdió en el cielo seguido de miles de pájaros. Y desde ese día se puede encontrar en la selva misionera, sobre todo en los naranjales, un bello pájaro azul cuyo canto dice Chouí, Chouí. 






PAJARO CHOGUI 


Cuenta la leyenda 
que en un arbol 
se encontraba encaramado 
un indiecito guaraní. 



Que sobresaltado 
por un grito de su madre 
perdió apoyo, 
y cayendo se murió. 



Y que entre los brazos maternales 
por extraño sortilegio 
en chogüí se convirtió. 



Chogüí, chogüí, chogüí, chogüí 
que lindo está mirando allá. 
Mirando allá, volando se alejó. 



Chogüí, chogüí, chogüí, chogüí 
que lindo es, que lindo vá 
perdiendose en el cielo azul turquí. 



Y desde aquel día 
se recuerda al indiecito 
cuando se oye, 
como un eco, a los chogúí; 



Es el canto alegre y bullangero 
del precioso naranjero 
que repite su cantar; 



Canta y picotea la naranja 
que es su fruta preferida, 
repitiendo sin cesar: 
Chogúi...chogui...etc. 


viernes, 28 de abril de 2017

El teyú-yaguá


























El lagarto-tigre, habitante, junto al e-yara, de las aguas de la región guaraní, es un ser maligno con cuerpo de gigantesco cocodrilo o lagarto y cabeza de tigre o perro. Su misión es la de impedir el tráfico de viajeros y pescadores hundiendo sus canoas y devorando a sus ocupantes. Hay reportes que lo muestran como un enorme cardumen de gran atractivo para quienes viven de la pesca; pero cuando éstos se disponen a comenzar a atrapar a los peces, el teyú-yaguá alcanza su forma definitiva y realiza la siniestra tarea de dar muerte a los pescadores. Vive en aguas profundas y sólo se aventura cerca de los poblados en busca de víctimas.
Debido a la maldición lanzada por Angatupyry contra Taú por haber raptado a Kerana, su descendencia será por siempre deforme y monstruosa.
Así, el primer hijo de la pareja es un enorme lagarto con siete cabezas de perro cuyos ojos lanzan llamaradas. Sus siete cabezas de perro dificultaban cualquier tipo de movimiento. En algunas versiones, Teyú Yaguá sólo tiene una enorme cabeza de perro. Pero en todas las varientes coinciden en su escasa capacidad de moverse.
Su aspecto era el más horroroso de los siete hermanos. Sin embargo su ferocidad fue aniquilada por deseo de Tupa. Era dócil e inofensivo. Aun así era temido por su mirada fulgurante.
Se nutría de frutas y su hermano Jasy Jatere le proporcionaba miel de abeja, alimento de su predilección. Fue considerado como el señor de las cavernas y protector de las frutas. Se lo menciona también como genio protector de las riquezas yacentes en el suelo. Su piel adquirió brillo revolcándose en el oro y las piedras preciosas de Itapé.
jasy jatere

jueves, 20 de abril de 2017

CAÁ (YERBA MATE) (LEYENDA GUARANÍ)


Hace muchos tiempo, la Luna no se contentaba con enviarnos desde el cielo su luz blanca y hermosa, sino que también bajaba ella a nuestros campos y selvas, ansiando respirar aire puro, sentir el perfume de las flores y alegrarse con el murmullo de los arroyuelos y el canto de los pájaros.¡No imaginéis a la Luna, en sus paseos por la Tierra, rodando de aquí para allá como una bola cualquiera!... Imaginada transformada en una mujer hermosa, con ojos brillantes como dos estrellas, de larga cabellera plateada, y envuelta en tules finísimos de suaves colores. ¡Así bajaba la Luna a la Tierra! Y no venía sola; acompañándola siempre una bellísima joven, que era, a su vez, una nube a la que la Luna había transformado. Nuestros indios guaraníes llamaban a la Luna, Yací, y a la; nube, Araí. Adoraban a Yací porque, según ellos, era la diosa que protegía y premiaba a los hombres buenos. 
Una tarde, Yací y Araí paseaban juntas aspirando embelesadas del aroma de las plantas y de las flores de la selva, de pronto, en una vuelta del camino, entre la maleza, se les apareció un temible yaguareté (tigre) que, en actitud de saltar sobre ellas con las fauces abiertas para destrozarlas con sus dientes y sus garras, parecía esperarlas hambriento.Imaginad la escena.Ellas nada pueden hacer para defenderse. Se detienen horrorizadas ante el feroz animal y allí quedan inmóviles; paralizadas de espanto; a pocos pasos está el tigre agazapado y medio escondido entre las plantas, esperando el menor movimiento de ellas para alcanzarlas de un zarpazo.Yací y Araí sólo piensan en huir para librarse de su terrible enemigo.Ya va a saltar el tigre sobre ellas, cuando ven con gran asombro que éste, rugiendo de dolor, cae herido por una flecha que alguien le ha arrojado.Yací y Araí huyen horrorizadas, y desaparecen. Mientras tanto, el yaguareté, rugiendo furioso, busca a su heridor para atacarlo. ¿Y qué ve? Allí, oculto, detrás del grueso tronco de un árbol, está un indio viejo que sostiene entre sus manos un arco y muchas fl echas. El es quien intenta matar al tigre para salvar la vida de las dos mujeres. El yaguareté, al verlo, brama furioso queriendo arrojarse sobre el indio para devorarlo. Pero éste, aunque viejo, es astuto y muy valiente; consigue apartarse y arrojar nuevas flechas al yaguareté, el que cae, al fi n, muerto a sus pies.Pasado el peligro vuélvese el indio hacia el lugar en que viera a las dos mujeres, pero no las encuentra: Yací y Araí, llenas de espanto, habíanse transformado en Luna y en nube para elevarse nuevamente, sutiles y aladas, al reino de los cielos de donde habían bajado.La noche cae ya sobre el bosque. El indio apresúrase a sacar la piel al yaguareté, se cubre con ella y trepa luego a la copa de un árbol, dispuesto a pasar allí la noche.Satisfecho por la buena acción realizada, el indio viejo no tarda en quedarse profundamente dormido.Y sucedió que mientras estaba entregado al sueño, vio aparecer ante sí, como envuelta en nubes radiantes de luz, la fi gura bellísima de la mujer de los cabellos de plata que había visto esa tarde en el bosque. Oyó también claramente que ella, acercándose a él, le decía:—Soy Yací, la diosa de los hombres buenos. Era yo, acompañada de Araí, quien paseaba por el bosque esta tarde. Tú has luchado con valor para salvar nuestras vidas, poniendo en peligro la tuya.—El indio, maravillado, quiso responder algo, pero no pudo. La diosa continuó hablándole:—Los hombres buenos reciben siempre recompensa por sus nobles acciones. ¡Tú recibirás la tuya, porque tu bondad y tu valor la merecen!—¿Cuál será esa recompensa?—se preguntaba el indio, mientras contemplaba embelesado a su diosa protectora. La respuesta no se hizo esperar, porque Yací prosiguió:—Haré nacer para tí, en este bosque, una nueva planta. Llámala Caá y cuídala mucho. Te advierto que sus hojas serán venenosas, por lo que deberás tostarlas para hacer uso de ellas. ¡Muchos benefi cios recibirás de Caá!... ¡Muchos!...Dicho esto, desapareció la diosa.Despertó el indio y miró a su alrededor, buscándola pues le parecía, continuar oyendo su dulce voz. No la encontró, más bien pronto escapóse de sus labios una exclamación de sorpresa: ¡Aquí está la planta de que me habló Yací!... ¡Qué alegría!...¡Esplanta del cielo la que aquí encuentro!...¡Es Caá!Y en efecto: allí estaba entre la salvaje maleza, Caá, iluminada por la luz de la Luna.Agradecido, el buen indio buscó nuevamente a Tací para demostrarle se contento, pero tampoco la halló. Quedóse en el bosque hasta que los primeros rayos del sol, claros, brillantes, dorados, comenzaron a filtrarse poe entre el ramaje de los árboles y por entre las hojas de su nueva planta que, como podéis imaginar, era la de la yerba mate.Esta planta nació, pues, en nuestro suelo, hace muchos años; cuando creían los indios que paseaban por la Tierra, la Luna y la Nube...La yerba mate es, según la leyenda, el premio que recibió un alma buena. Por eso esta planta nos brinda sus mejores dones y es símbolo de amistad entre los hombres.

lunes, 17 de abril de 2017

Leyenda y Mitos

¿Que Son Las Leyendas?
Una leyenda es una narración de hechos naturales, sobrenaturales o una mezcla de ambos que se transmite de generación en generación en forma oral o escrita. Generalmente, el relato se sitúa de forma imprecisa entre el mito y el suceso verídico, lo que le confiere cierta singularidad.

¿Que Son Los Mitos?
Un mito (del griego μῦθος, mythos, «relato», «cuento») es un relato tradicional que se refiere a acontecimientos prodigiosos, protagonizados por seres sobrenaturales o extraordinarios, tales como diosessemidioseshéroesmonstruos o personajes fantásticos, los cuales buscan dar una explicación a un hecho o un fenómeno. 

Existen diferentes tipos de Leyendas y Mitos, pero en este blog, se analizaran los de índole natural, es decir los elementos inherentes a la biológia, como los plantas, animales, personas y el medio ambientes.

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